Noveno camino
El primer día al llegar al albergue me encontré a un señor mayor alemán que me contó -o eso me pareció- que era la octava vez que repetía este camino, lo deje por una confusión propia del idioma o de la edad, días después me confirmarían en algunos sitios de paso que así era y que este era un viejo conocido del lugar. Empezaba con esto porque tal vez a partir de ahora deje de hacer nuevos caminos y también me ponga en bucle a repetir este, el Sanabrés fue una enorme sorpresa jacobea que después de ir agotando las existentes ya no me esperaba.
Lo mejor
Más que la importancia medioambiental -que también- es la diversidad de esta ruta, que hace que en casi todas las etapas te encuentres con unas cuantas variaciones de paisaje dentro de la misma jornada, algo bastante atípico en el resto de caminos. Y no es solo eso, casi más destacable aun es la continuidad, aquí salvo un par de días no hay que andar ningún tramo urbano, semiurbano ni nada que se le parezca, la sensación pues de aislamiento y así de autenticidad en un entorno ideal es total en el 95% de la ruta. Por mucho que me pongo a buscar solo se me ocurre incluir en este apartado la dificultad de la segunda semana, sin duda una de las más complicadas de cualquier ruta jacobea, muy similar -si no más dura- que la Asturiana del camino Primitivo o cualquiera de los días del camino de Invierno.
Añadir quizás, que en todo este camino seguimos en paralelo el eje de la nacional N-525, la autovía A-52 y las obras del nuevo AVE Madrid-Zamora-Santiago, cuestión esta que no es en ningún caso molesta pues la distancia con el es mas que suficiente para que no se note en absoluto.
Conclusión